Compartir
Juan y Julia forman un matrimonio convencional y sin problemas, sin sobresaltos, con una notable estabilidad tanto emocional como económica. Incluso soportan (puede que sin darse cuenta) un elemento peligrosamente perturbador: la rutina.
No tienen hijos. Juan ha sobrepasado los 45 años. Es absolutamente fiel a Julia, en una mezcla de comodidad y amor sosegado. Es una buena persona, un tanto gris, bastante tímido... pero (aunque no lo sepa) vulnerable. Es reconocido "maestro internacional" de ajedrez, el único campo en el que destaca. Le gusta la ópera, especialmente Puccini. Julia tiene parecida edad. Es escritora de novelas policíacas y de terror y escribe una biografía de Humphrey Bogart. Le aburre el ajedrez. Tampoco le gusta la música que entusiasma a Juan pero no hace problema de ello. Sigue escribiendo con una antigua Underwood.
Una circunstancia especial separa temporalmente al matrimonio. Durante una semana, Juan debe competir en Venecia, contra un gran ordenador. El torneo de ajedrez entre hombre y máquina ha levantado una gran expectación. Durante esta semana, Juan conoce a Irina, 24 años, moderna, encantadora, vital, con agudo sentido del humor. Quizá excesivamente curiosa. Gran experta en informática y ajedrez, ha colaborado intensamente en la creación del complicado programa contra el que competirá Juan. Bajo su apariencia racionalista esconde un gran corazón. Sin proponérselo, deslumbra a Juan.
Por su parte, Julia se verá obligada a convivir durante el mismo período con un intruso en su piso: Andrés, un joven de alrededor de 20 años, un pobre diablo sin trabajo, primario, entrañable que participa en un atraco en un banco. Juan se sentirá deslumbrado por Irina. Julia se sentirá turbada por el joven Andrés, con una indefinida mezcla de sentimiento maternal de protección y atracción física.
Irina jugará con Juan un juego peligroso, inconsciente un poco de lo que puede llegar a representar para Juan. Sus escalas de valores son distintas.
En realidad, tanto Juan como Julia sobredimensionan el alcance de sus respectivas aventuras. Ambos ven en ellas el perfume de la ruptura con lo cotidiano, la eterna seducción del misterio, de lo extraordinario... De la otra cara de la luna, la que no se ve...
Desvanecidas ambas aventuras, las aguas volverán a su cauce. En la rutina puede hallarse también la felicidad, y la realidad puede incluso superar el sueño.
Quizá lo extraordinario se encuentra en lo que tenemos más próximo, aquí al lado, al alcance de la mano.
Estreno: 17 de febrero de 2000
Didier Bezace | Joan |
Stefania Sandrelli | Julia |
Carlos Fuentes | Andrés |
Ingrid Rubio | Irina |
Boris Ruiz | Antonio |
Productor | Julio Fernández |
Productor | Ricard Figueras |
Dirigido por | Luis José Comerón |
Dirección de producción | Cristina Zumárraga |
Jefe de producción | Enric Jorbá |
Guión | Luis José Comerón |
Dirección de fotografía | Tomás Pladevall |
Música | Carles Cases |
Montaje | Pere Abadal |
Dirección artística | Rafael Palmero |
Vestuario | Josep Massagué |
Sonido directo | Boris Zapata |
Ayudante de dirección | Fernando Sánchez-Izquierdo |
Maquillaje | Caitlin Acheson |
Peluquería | Caitlin Acheson |
Cámaras | Jordi Florensa |
Año de Producción: 1999 |
Género: Ficción |
Nacionalidad: España |
Duración: 97 minutos |