A mesma terra es un documental sobre la tierra y el hombre en el rural gallego.

La tierra es el principal medio de producción que tiene el labriego. Su propiedad se ansió durante siglos. En Galicia dio lugar a las grandes manifestaciones agraristas del siglo XX en contra del sistema contractual existente durante siglos entre los propietarios y los usufructuarios: los fueros. Se redimieron éstos a finales del siglo XIX y primeros del XX, época muy tardía que traería malas consecuencias para la economía agraria del país.

Eliminado el sistema feudal de los fueros, el labriego siguió siendo esclavo de la escasa tierra que poseía, hasta hoy. En esta nueva etapa, la subsistencia no es el principal problema, ni las rentas que antes tenía que pagar al “señor”. Ahora hay que integrarse en una economía diferente y hacer frente a las nuevas exigencias sociales. Sigue a ser el esclavo, trabajando arreo y teniendo que invertir todo su ahorro y endeudarse para mejorar su sistema productivo.

La tierra estuvo y está sujeta a otras circunstancias que marcaron el camino de la peculiar manera de explotación agraria que predominó en Galicia, como son el minifundismo, la excesiva parcelación y los altos precios de este bien tan escaso. Todo esto agravado por ser el Sector Agrario el predominante dentro de la actividad económica hasta hace muy pocos años.

En los años 70 del pasado siglo, la mitad de la población gallega trabajaba en el Sector Agrario. En la actualidad está entre el siete y el ocho por ciento. La reducción del número de explotaciones fue igual de drástico. Sin embargo, las producciones dependientes de la tierra no solo se mantuvieron, sino que aumentaron en muchos casos.

El ingreso en la Europa Comunitaria aceleró este proceso y, al tener que competir con las de otros países, marcó el destino económico de las explotaciones.

Ahora casi todo el mundo tiene tierras, pero muy pocos viven de ellas. El campo, en un gran porcentaje, está deshabitado. Sin embargo, aquellos que viven en el Sector Agrario necesitan grandes extensiones para cumplir con las exigencias económicas actuales.

Debido a estas contradicciones, la tierra sigue marcando el destino de una buena parte de nuestra sociedad.